Llevo un tiempo hablando de geoposicionamiento en Internet, casi siempre vinculado a conceptos como la Neogeografía o el Geomarketing. Siempre digo que la verdadera riqueza de este término no está en su uso para promociones o la simple visualización en un mapa. El hecho de estar geoposicionados gracias a los dispositivos móviles nos permite acentuar nuestra individualidad como clientes o turistas, indicando no sólo donde estamos sino cómo nos relacionamos con nuestro entorno en función de nuestros comentarios, opiniones, visiones, deseos y experiencias. Tal y como repetimos de forma cansina lo importante son las personas. Las empresas que entienden este nuevo modelo de relación social se están adaptando e interactúan (que no venden), conversan con nosotros para acercarse en una relación bidireccional donde la oferta ha perdido su posición de preponderancia y es la demanda está a su mismo nivel, cuando no por encima. Se acabó tratarnos como ovejas, como masa, como puro mercado y empezar a tratarnos de tú a tú como la base del sistema, sin clientes no hay desarrollo empresarial ni de destino.
Pero hay algo más, falta un paso adelante, avanzamos de la web social o 2.0. hacia la web semántica o 3.0. en la que todo se basará en nosotros como clientes individuales, trasladando el concepto industrial de just in time a los servicios turísticos, personalizando cada acción sobre cada uno de nosotros como cliente gracias al desarrollo de una web inteligente y colectiva.
Las empresas más innovadoras son las que se adelantan a los tiempos, las que rompen moldes, las que generan nuevas dinámicas económicas y, en estos tiempos de crisis, son las que sobreviven porque, como decía Darwin, saben adaptarse al cambio.
Todo este rollo es un preludio para hablar de lo que realmente quiero hablar que es de el Hotel Olympia, Events&Spa. Pero para mi el hotel no existe sino bajo la dirección de Juan Carlos Sanjuán y su equipo de trabajo. No voy a deshacerme en elogios porque no los necesita. Para mi es un ejemplo como profesional y como persona. Hace un tiempo tuve que pedirle ayuda y tras la experiencia me surgió un concepto completamente heterodoxo y personal como es el geoposicionamiento emocional, que surge de la unión entre esa forma de situarnos en el mundo como adprosumers y el concepto de inteligencia emocional. Si realmente hablamos de que lo importante son las personas y por tanto la subjetividad se impone, entonces debemos pensar en términos emocionales de cómo una experiencia condiciona nuestra felicidad. Y es en este punto donde se unen todos los aspectos de los que he hablado hasta ahora: mi amigo Juan Carlos Sanjuán, porque puedo ya considerarlo como tal, me dice siempre que no acaba de entender para que sirve la geolocalización. Pues además de lo ya expuesto sirve para localizar a tu cliente pero no sólo físicamente, sino emocionalmente y darle lo que necesita en cada momento. Para ello has de conocerlo bien, has de compartir mucho, dar y recibir, querer, reir e incluso a veces llorar, de alguna forma has de formar parte de su vida. Es una relación de conocer al otro y por tanto de ceder algo nuestro y enriquecernos de los demás, es un acto extremo de comunicación y por tanto vinculado con la comunicación por excelencia que es el amor. Y el momento de la experiencia turística es el clímax de esa relación, es el momento en que todas las esperanzas de felicidad depositadas en el turismo se tangibilizan y que a posteriori marcarán una relación distinta con la empresa o destino dependiendo de ese momento clave. Tal y como he dicho el pasado fin de semana necesité acudir a Juan Carlos Sanjuán y al Hotel que dirige. En tan sólo un minuto supo darme una respuesta y me ví envuelto en una experiencia completamente improvisada: no sólo me hizo un hueco en su hotel sino que me permitió conocerlo como cliente, desde la sonrisa de la entrada, hasta la habitación, el desayuno y la salida. Se trata de un hecho que he realizado muchas veces en muchos hoteles, no tiene nada de particular, pero la diferencia con el resto fue que ese elemento objetivo, de buen hotel, de profesionalidad, de calidad, de atención al público fue complementado por una atención absolutamente personalizada de su director y en la distancia. Si a eso unimos las circunstancias específicas que me llevaron allí convirtieron esa experiencia turística en algo único e inolvidable. Fueron doce horas que no olvidaré jamás y es que el Hotel Olympia Events&Spa ha entrado de lleno en mi corazón y forma parte de mi historia, de los trocitos de puzzle con que construyo mi vida. No puedo explicar lo que ha significado este hecho porque no se entendería porque es algo que sale de muy adentro, lo que sí puedo es intentar explicar con este post que Juan Carlos Sanjuán me ha demostrado que hay otra forma de hacer turismo y que todo su esfuerzo, toda la pasión que pone en su vida y que traspasa las fronteras físicas del hotel, tienen su recompensa cuando consigues entrar en el corazón de su cliente y se queda ahí, en un rincón, en silencio, como un recuerdo que siempre que aparezca provocará una sonrisa de complicidad. Gracias por todo y bienvenido a mi pequeño mundo.