Este título viene de la famosa canción que Robbie Williams canta en la película “Buscando a Nemo” con un magnífico ritmo y que podríamos traducir por “En algún lugar más allá del mar”, aunque la expresión más allá también ambién se utiliza en expresiones como It’s beyond me (Está fuera de mi alcance, me sobrepasa), It’s beyond our control (Está fuera de nuestro control), It’s beyond repair (No tiene arreglo) o It’s beyond a doubt (No hay duda).
El mar siempre es una magnífica metáfora, de hecho cuando se habla de Internet se habla de esa ola que ya nos ha sobrepasado, de ese Tsunami de las relaciones sociales, e incluso de aprender a surfear las olas en Internet. Pues bien, desde hace algún tiempo numerosos amigos, pequeños empresarios, sobre todo consultorías, se han visto abocados a dejar sus despachos y volverse a casa a trabajar, e incluso darse de baja en actividades y pasar a trabajar en negro en lo que yo denomino sumergirse en el mar (economía sumergida vamos). Básicamente no es porque no sean emprendedores, valientes, no luchen ni trabajen 18 horas al día, no contraten a gente para dinamizar el mercado laboral, sino más bien porque no pueden más, porque tienen hijos que comen comida, no proyectos, y porque les deben mucho dinero. La empresa les funciona bien pero no tienen liquidez y como los bancos no ganan bastante tampoco les dan liquidez. Después como el sector público está hiperendeudado resulta que tarda en pagar y por tanto la contrata no paga, la subcontrata tampoco, los proveedores tampoco y los trabajadores menos. Así la pelota va bajando a las profundidades y si no se paga no hay dinero para consumo y se despide a más gente y así en un proceso de retroalimentación negativa, en un bucle de despropósitos.
Es entonces cuando me viene a la mente la metáfora de los océanos: de una parte los oceanos rojos, lleno de sangre y competencia, de otra parte los maravillosos océanos azules de aguas cristalinas y donde no hay competencia y los peces cantan cual pajaritos marinos y,por último, cuando se habla de pescar, se dice que no nos den comida a corto plazo, que nos enseñen a pescar para conseguirla a medio plazo…todo esto contrasta con el pequeño detalle de que a los niños pequeños Bob Esponja no les ha enseñado a comer cañas de pescar en el futuro, sino Cangre Burguer hoy porque curiosamente si no comen pasan hambre.
Acompañado a esto pensamos en el ecosistema marino y nos acordamos de los peces que abundan y entonces es muy fácil hacer una metáfora de los tiburones, esos ejecutivos agresivos de los ochenta que han conseguido trasladar su saña a los pequeños empresarios de la década de los 2000, pero también hay merluzos y besugos, muchos, ineptos que favorecen que las cosas no avancen, y así podríamos seguir hablando hasta llegar a las praderas de posidonia, que son la base de gran parte del ecosistema del planeta Tierra y que me recuerda a las praderas de personas en busca de trabajo y que, como escasean cada vez más, generan menos oxígeno y por tanto se cargan directamente la cadena trófica, osea, el mismísimo mercado de trabajo.
Debajo del mar, sumergidos con la nariz tapada, no se sabe si porque no sabemos respirar bajo el agua, es decir, en un sistema distinto al nuestro al que hemos de adaptarnos poco a poco, o porque el sistema huele tan mal que el hedor se hace insoportable. Y mientras tanto los bancos de peces desaparecen y cada vez la gente va más sola y aplica el sálvese quien pueda, buscando un lugar “más allá del mar” donde se pueda sacar la cabeza y respirar un poco de aire, quizás ese lugar sea fuera de nuestras fronteras porque si no me temo que nuestro país va a ser la nueva Atlántida, enterrada y ahogada debajo del mar…