La geolocalización como necesidad

La pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas, es una teoría psicológica propuesta por Abraham Maslow en 1943, en la que formula “una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide)”. Así pues, en la parte inferior de la misma estarían las necesidades fisiológicas básicas, seguidas de la seguridad, la afiliación, el reconocimiento y la autorrealización.

La geolocalización como necesidad

Posteriormente, se ha desarrollado esta teoría aplicándolo al mundo digital identificando las herramientas y aplicaciones más utilizadas y dónde se distribuyen dentro de dicha pirámide, de manera que podemos encontrar el disponer de Wifi como una necesidad básica para el mundo digital o el disponer de un blog en WordPress como parte de la autorrealización.

La geolocalización como necesidad

 

Lejos de discutir la teoría de la pirámide de Maslow (que tiene sus críticas) y de discutir la adaptación al mundo digital (ya que lo que he leído no tiene un fundamento científico, sino pragmático), sí que me interesa relacionarlo con la geolocalización.

Esta reflexión no es nada nuevo, sino que surge de la lectura de un interesante documento de octubre del año 2010 denominado “La Geolocalización, Coordenadas hacia el Éxito: el potencial de la aplicación de una herramienta social de geolocalización en la comunicación institucional y corporativa”, de Elena Rodríguez Benito.

Cuando habla del porqué de la sociedad de la información, la autora plantea identificar cómo afecta la geolocalización social a la pirámide en el mundo digital a través de cada fase, basado en este documento me gustaría desarrollar mis reflexiones al respecto identificando cómo afecta la geolocalización a cada una de estas fases y las aplicaciones móviles y redes sociales implicadas en cada una de ellas:

Fisiología: la geolocalización deriva de la geografía, que a su vez es la ciencia que analiza la dimensión espacial del ser humano, su relación con el entorno. Se trata de la dimensión complementaria a la temporal y junto a la que cual es establece la relación del ser humano con el espacio que habita y el momento en que lo hace.

Entre las aplicaciones destacadas identificamos el tiempo, las de salud, de alojamiento (Airbnb), de restauración o la brújula del móvil. Todas ellas están relacionadas con la geolocalización: para saber el tiempo es necesario identificar dónde nos encontramos, cuando realizamos ejercicio lo hacemos en un lugar concreto, para alojarnos utilizamos aplicaciones online que nos muestran los alojamientos más cercanos y, desde luego, la brújula es la herramienta básica que identifica dónde estamos en relación a los cuatro puntos cardinales de nuestro entorno.

Seguridad: conocer el entorno en el que nos movemos nos da seguridad o, si se quiere, reduce nuestra incertidumbre. Si nos vamos muchos años atrás observamos que, en la Revolución Neolítica, el paso del nomadismo al sedentarismo tuvo mucho que ver con esto, con asentarnos en un territorio que conocíamos y reconocíamos, lo que nos permitió comenzar la domesticación de plantas y animales, los primeros asentamientos que derivarían en urbanos y la división del trabajo.

Las aplicaciones están relacionadas sobre todo con aspectos como la movilidad (Waze) y los mapas (Google Maps), es decir, la traslación del mapa al mundo digital, un mapa dinámico vinculado con nuestra posición GPS a través del móvil que nos sitúa en el espacio, relacionando el mundo offline con el mundo online. Podemos ver un lugar antes de estar allí gracias a Google Street View o a las fotos 360 y, una vez allí, reconocerlo. Igualmente podemos contextualizar dónde estamos al geolocalizarnos con el móvil, lo que nos sitúa en el espacio. Tal y como he comentado, ambos aspectos nos dan seguridad y reducen la incertidumbre.

Afiliación: el ser humano es social por naturaleza, de hecho, uno de los peores castigos en la sociedad griega era el ostracismo, que apartaba a una persona de su comunidad y, por tanto, le privaba del afecto de los suyos. Además, el sentimiento de pertenencia tiene que ver con la gente que nos rodea en un entorno dado.

Aquí es donde entran en escena las aplicaciones sociales (Facebook, Twitter, Youtube), aquellas en las que la gente se une a través de los medios sociales para generar redes digitales donde generan información, conversan y las comparten. Hoy en día no se entiende la vida social sin los medios sociales, de hecho, se les llama redes sociales (aunque es una mala traducción del inglés como bien dijeron Juan Sobejano y Johanna Cavalcanti) y se confunde el medio con el fin. Igualmente, tampoco se entienden las redes sociales sin la geolocalización, compartimos no sólo lo que hacemos y cuándo lo hacemos, sino desde dónde lo hacemos.

Reconocimiento: a todo el mundo le gusta destacar de alguna forma o ser reconocido, que otras personas lo valoren, lo que aumenta su autoestima y, en ocasiones, otorgan sentido a cómo viven en comunidad.

Los medios sociales han evolucionado de la fase anterior, de afiliación, a algunas en las que el reconocimiento es esencial, a modo de “likes” en redes como Instagram (algo que se ve muy claramente en el comportamiento de los jóvenes) o a modo de contactos en redes como Linkedin, que otorgan una posición en las relaciones digitales. La geolocalización es esencial porque el reconocimiento se da en una comunidad de usuarios que, en muchas ocasiones, tiene que ver con el lugar en el que vivimos o trabajamos. Aunque la globalización y la sociedad de la información hayan ampliado este ámbito, el lugar de pertenencia sigue siendo esencial para dicho reconocimiento.

Autorrealización: es la fase situada en la parte mas alta de la pirámide y a la que sólo se llega tras cubrir las fases anteriores. Es la satisfacción máxima en la que nuestra vida tiene coherencia entre la parte familiar, social y profesional y en la que sentimos que aportamos a la comunidad.

En el mundo digital tenemos la posibilidad de poner comentarios, opiniones o reseñas, de comentar en distintas plataformas qué nos ha parecido un producto o servicio y eso ayuda a los demás, de forma que es muy sencillo hacerlo. Aplicaciones como los blogs (WordPress), además, permiten disponer de una ventana al mundo donde expresarnos. La reputación online tiene que ver con elementos objetivos como las puntuaciones (las estrellas) y subjetivos como las opiniones (el texto) y casi siempre se utiliza sobre un producto o servicio que está en un lugar concreto y, para ello, la geolocalización es el elemento clave.

 

Así pues, la geolocalización no es sólo un concepto o una moda, es mucho más que eso, es una necesidad básica del ser humano porque afecta a las necesidades fisiológicas básicas, la seguridad, la afiliación, el reconocimiento y la autorrealización. En cada una de las fases de la pirámide de Maslow podemos identificar las herramientas que están directamente relacionadas con la geolocalización y que le dan sentido a nuestra vida física y digital, ya que, nos hacen encontrar nuestro lugar en el mundo.