Ayer acabé de leer el magnifico libro «Lugares sin mapa», un viaje alucinante a sitios ignotos, de Alastair Bonnet. Tal y como comenté en mis redes sociales, me ha encantado. Es otra forma de ver la geografía desde un punto de vista totalmente distinto y disruptivo: islas emergentes, nuevos países, ruinas desasosegantes, calles trampa, lugares utópicos, ciudades de la basura, zonas ocultas de Google Street View, campamentos abandonados, estatuas construidas con desechos… y otros lugares que parecen inventados. Este libro me ha abierto la mente (y el corazón) y me ha hecho ver que la geografía es aún más maravillosa de lo que creía, eso sí, buscando siempre otra forma de ver el mundo.

La geografía en tiempos de crisis

Vivimos tiempos convulsos (frase hecha y no por ello menos real) a nivel mundial y la geografía se está mostrando y demostrando como una herramienta esencial en la lucha contra el Coronavirus (Covid19), con permiso de las ciencias de salud, naturalmente. Tal y como dicen en MundoGeo  «Geografía es la clave para luchar contra el brote del COVID-19».

Todo el mundo se ha volcado a hacer cosas y aportar soluciones, se ha visto como, los mapas, son herramientas esenciales tanto a la hora de analizar la situación a escala espacial, como a la hora de divulgar (o geocomunicar que diría mi amigo Jorge, Orbemapa), para que toda la población entienda la escala del problema (o la no escala, ya que va desde lo individual y lo local hasta lo global sin fronteras).

Fuente: Coronavirus Resource Center. Johns Hopkins University of Medicine.

El hecho de estar en casa, aunque tengamos que trabajar online, sí que da para más momentos de reflexión y este post es fruto de uno de esos momentos. Cada vez estoy más convencido de que la geografía es subjetiva y, para comunicarla, hay que intentar agrupar dichas subjetividades como un intento de objetivizarla, aunque sea en realidad una sombra de la realidad, porque cada uno la ve de una forma. El territorio es distinto para cada persona y, por tanto, el mapa por el que se guía se interpreta y se vive de forma diferente. Un mapa es una representación de la realidad, pero sólo con la mirada de cada uno y su interpretación se convierte en realidad. Para entonces ya es subjetivo, deja de ser un mapa que representa el espacio, para ser el mapa con el que interpretamos y vivimos nuestro espacio.

La importancia de la reflexión

Pensando en cómo puedo ayudar en esta terrible situación, más allá de iniciativas en las que quiero colaborar, tengo este blog, este espacio de libertad, mi balcón donde lanzar ideas a la calle de Internet. Una de esas cosas que puedo aportar, humildemente, creo que es la de la reflexión, no porque yo tenga nada especial que aportar ni sea más o menos importante o relevante, sino porque estoy convencido de que toda reflexión es importante y que, aunque sólo le sirva a una persona, para mi es suficiente. Además, estoy convencido de que los aportes individuales serán siempre superiores a la mera suma de éstos, pudiendo crear otras ideas cruzadas o transversales entre profesionales y disciplinas que sean relevantes, innovadoras y, en su caso, disruptivas. Nunca hay que subestimar el poder de las ideas y su capacidad de transformación cuando son compartidas.

Por otra parte, hace unas semanas tuve el placer y el privilegio de conocer al catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid Antonio Rodríguez de las Heras y, tanto sus reflexiones sobre la sociedad digital y el sentido del espacio en el Pais Retina, como su charla final del TEDxUPValència, me han impactado profundamente a la hora de hacer pública mis reflexiones sin buscar ningún pragmatismo o utilitarismo en las mismas.

Geografía de los balcones

Geografía de los balcones, el título puede sonar burlesco, oportunista o, sencillamente, irrelevante, pero nada más lejos de mi intención. Estamos asistiendo a un movimiento fascinante con este confinamiento y más para un geógrafo como yo: por una parte, la movilidad casi desaparece y, por tanto, parte del sentido del espacio que nos caracteriza. Por otra parte, los índices de contaminación se reducen drásticamente y los destinos turísticos saturados se vacían. Pero también la economía se para, el mercado de trabajo entra en un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) global, la gobernanza, la planificación estratégica y operativa adquieren una importancia capital.

Somos seres sociales, eso es una de las cosas que nos caracteriza como seres humanos. Tradicionalmente el hogar, la casa de cada uno, es un espacio privado, al cerrar la puerta de casa se entra en un ámbito que nos pertenece como individuos y/o familia. Es nuestro reducto para sentir algo de libertad, paradójicamente nos creemos libres (del estado, de la moral, de la mirada de los demás…) encerrados en casa. Pero aparecen dos circunstancias nuevas en esta crisis, una amplificada y otra nueva, ambas relacionadas con lo que yo denomino la geografía de los balcones (que aglutina terrazas y ventanas):

Los balcones digitales

Es la realidad amplificada y tiene que ver con lo digital. El ciberespacio cobra más importancia que nunca, gracias a Internet estamos comunicados, podemos seguir trabajando desde casa, hablar y ver a nuestros seres queridos, pedir comida a domicilio, salir de casa sin movernos de ella y con ello impactamos menos en el medio ambiente, nuestra huella de carbono se transforma en una huella digital, somos más sostenibles.

Dicen que en japonés crisis significa peligro y oportunidad, en este caso desde luego es una oportunidad para que se produzca una verdadera transformación digital en todas las esferas de la sociedad, aunque, personalmente, el precio me parece demasiado alto, prefiero seguir como antes más lentamente, pero con la gente que estaba viva hace unos meses.

Otra circunstancia es que, de repente, a través de estos balcones digitales se han empezado a asomar artistas de todo tipo que regalan su arte a través de Instagram, por ejemplo, de forma gratuita y solidaria para entretener y, sobre todo, hacernos sentir. Lo digital se configura como lo que siempre ha sido, un balcón a las calles de Internet, en el que cada uno se convierte en un nodo que recibe información y genera información, de forma consciente, compartida, o inconsciente, en forma de datos.

También los balcones digitales se relacionan de forma distinta con la privacidad: cerramos con llave la puerta de casa, pero abrimos Internet para mostrar nuestras casas, nuestra intimidad al mundo. Controlamos lo que contamos conscientemente a nuestro vecino, pero hablamos sin tapujos a gente desconocida.

Además, esta crisis también cambiará nuestra forma de gestionar los datos bajo una pregunta muy relevante: ¿hasta qué punto somos capaces de compartir nuestros datos de salud y movimientos para que sirvan para mejorar la situación? A priori, todo el mundo diría que sí, pero, ¿aceptaríamos en Europa una aplicación móvil como en China que ha controlado a la población y ha estigmatizado a los enfermos en aras del bien común?. De entrada, legalmente sería muy complicada con la reglamentación que tenemos y, éticamente, sería muy discutible. Quizás por eso no se ha hecho en la vieja Europa, entre que se regula y se piensa el tiempo pasa.

Los balcones físicos

Como las cosas más maravillosas de la vida nadie sabe cómo empezó, quién fue al que se le ocurrió, pero lo bueno es que eso hace que nos pertenezca a todos, que sea una obra colectiva. A las 22h (posteriormente se hace a las 20h para que los niños puedan asistir), todos los días, la gente sale a sus balcones a aplaudir a los sanitarios, repartidores, cuidadores y todas las personas que están haciendo lo imposible para combatir a la pandemia. Si alguien ha salido y no se le ha puesto la carne de gallina tiene un serio problema de empatía y humanismo. Es una respuesta increíble a la que se han ido sucediendo otras: juegos colectivos entre balcones como el bingo, deporte colectivo, juegos como el veo veo, conciertos de ópera que ponen los pelos de punta, DJs, etc.

De repente, un espacio privado, individual y casi inviolable se convierte en un espacio público en el momento en el que se cruza el umbral del balcón y se relaciona con los vecinos, con la finca, con la calle, con el barrio y, por ende, con el pueblo o ciudad, con la región y así hasta la escala global. En ese momento, todos somos uno y saludamos a los vecinos de enfrente, conocemos a los de al lado, escuchamos música, respiramos, sonreímos a los niños, suspiramos por los mayores y, ahí, tan altos, ya no soñamos con volar, sino con caminar.

Y claro, yo como geógrafo me pregunto, ¿podemos hablar de una geografía de los balcones?. Porque cada balcón se corresponde con una unidad de personas, pero también de producción digital y de consumo físico. Cada acto que se realiza en el balcón es una manifestación económica, artística o social.

Se nos ha pedido que no salgamos de casa, que no nos movamos, que no nos toquemos, pero, al mismo tiempo, salimos digitalmente a través de la fibra óptica, nos movemos por las autopistas de la información y, sin tocarnos, nos mostramos amor y respeto. Analizar y reflexionar sobre esto es hacerlo sobre una geografía pública desde lo privado, es pensar en nuevas formas de relación en el espacio en un no espacio y en un espacio virtual, es una evolución fascinante de la ciencia geográfica a través de algo tan sencillo como los balcones.

¿Para qué sirve ahora la geografía?

¿Para qué me sirve un mapa ahora mismo si no me puedo mover?, se preguntarán muchos. Pues, de entrada, para encontrar nuestro lugar en el mundo a través de nuestro balcón, para relacionarnos con nuestro entorno más cercano, para ser solidarios con los que tenemos más cerca físicamente, aunque lejos a nivel de accesibilidad.

¿Para qué sirve la geografía en un mundo paralizado? Para lo mismo que hace miles de años, para estudiar la relación entre los seres humanos y el Planeta Tierra porque, aunque sea desde el campo limitado de nuestro balcón, podemos ver construcciones humanas, relaciones económicas, urbanismo, entornos rurales, actividades comerciales efímeras, personas de distintas edades, sexo y condición, podemos sentir los árboles de nuestra calle, oír los pájaros y ver a gatos y perros deambular. Ya sé que no es la geografía que se estudia de las grandes naciones, los grandes héroes y los paisajes increíbles…o si, porque ¿hay algo más grande que sonreir a tus vecinos, aplaudir a los héroes de bata blanca y disfrutar del micropaisaje que tenemos delante de nosotros y del que formamos parte?

Cuando se estudian los riesgos naturales, se dice que los que más impactan a nivel colectivo son los que tienen una recurrencia menor, pero mayor impacto (terremotos, volcanes, tsunamis, etc). Este no es riesgo natural, sino antrópico, fruto de la avaricia y la soberbia humana, pero se puede analizar de la misma forma: va a tener un impacto tremendo en nuestra forma de vivir, pero es algo limitado en el tiempo y, esperemos, no recurrente.

La geografía nos enseña que la escala geológica es mucho mayor que la humana, somos un mero accidente en la línea del tiempo, somos capaces de crear una guerra biológica (de forma consciente o inconscientemente, no sé qué es peor), pero también de transformar el mundo sin salir de casa, conectados a Internet, la red neuronal de Gaia y, asomados al balcón, conformar nuevos lugares sin mapa, pero con alma.

Geografía de los balcones en tiempos de crisis Covid-19
«Desde mi ventana». Fuente: Juan Boronat (@lasblogenpunto), básicamente un gran amigo

“La tecnología dice que estamos hechos de bits, pero la geografía nos dice que estamos hechos de lugares”… así acaba mi conferencia en el TEDxUPVAlència 2020. No me importa desvelar el final porque lo importante no es la conclusión (más o menos poética), sino el camino que me ha llevado a ella.

Estamos hechos de lugares

Cómo llego al TEDxUPValència

El año pasado presenté una propuesta para el TEDxUPValència en su 4ª edición y no salió aceptada. Recuerdo que la propuesta era “Los mapas mienten”, sobre los mapas subjetivos y la intención de la cartografía a lo largo de la historia, que responde siempre a intereses de quien los hace o de la época en que se hacen.

A final de año contactó conmigo Belén Arrogante, licenciataria del TEDxUPVAlència para proponerme participar, si encajaba la propuesta que le tenía que hacer, en esta 5ª edición, que se iba a desarrollar bajo el sugerente texto de “It’s time” (es tiempo de…). Tardé medio segundo en contestar que si y en mi cabeza comencé a pensar de qué podía hablar. Cuando llegué a la cafetería de la Universidad de Económicas (a medio camino entre la Universitat Politècnica de València y mi trabajo en Play&go experience) ya tenía una primera propuesta.

Lo primero que hicimos fue “desvirtulizarnos”: nos conocíamos por redes de la época de Twitter (cuando era la vanguardia de las redes sociales) y por amigos en común, como Emilio Forcén, de Amigos del Mapa, a quien admiramos y queremos a partes iguales. Enseguida conectamos y le hablé de la geografía, de los mapas, de las nuevas tecnologías y, sobre todo, de los datos y cómo iban a cambiarlo todo.

De la geolocalización a la geotecnología

Hago aquí un breve paréntesis en este relato para comentar un tema que creo que aporta bastante en relación a la marca personal: he estado años posicionándome como referente en el tema de la geolocalización y las redes sociales y de la geolocalización online después. De hecho, he publicado dos libros al respecto “Geolocalización y redes sociales: un mundo social, local y móvil” (Editorial Bubok, 2012) y “Geolocalización online, la importancia del dónde” (Editorial UOC-El Profesional de la Información, 2016).

Al tratarse de un nicho tan específico, comencé a ampliar mi radio de trabajo, llegando al geomarketing o, su evolución más reciente, la localización inteligente. Eso sí, siempre desde la investigación y la divulgación, ya que la parte de desarrollo la dejo a compañeros que lo hacen realmente bien. De aquí salió otro libro “Geomarketing, redes sociales y turismo” (Editorial Bubok, 2014).

Pues bien, siguiendo con mi desarrollo profesional hace apenas dos años comencé a ampliar de nuevo mi investigación hacia la industria geoespacial y la geotecnología, con publicaciones como “Una aproximación a la industria geoespacial” en MasScience y, el pasado, año entré de lleno en el mundo de los datos geolocalizados publicando en la Revista Telos el artículo “Datos geolocalizados: la moneda de la geotecnología”.

El punto de unión e inflexión de todo esto fue la invitación del Colegio de Geógrafos a presentar mi conferencia «La geografía como profesión al servicio de las sociedades del futuro», en el que reflexionaba sobre mi profesión incorporando lo que había estado investigando recientemente.

Hacerse preguntas, la base de la ciencia

Con todo este rollo que acabo de meter (espero que al menos aporte algo), se entiende que, volviendo al tema que nos ocupa, la primera propuesta a Belén fuera hablar de datos y geotecnología. A partir de aquí comenzamos a trabajar. Ha sido mucho trabajo hasta dar la conferencia TEDxUPValència y centrarme en el contenido que ha versado entre la geografía y la tecnología. La base del mismo fue una reflexión que me hice en la última conferencia que he nombrado: con todos los cambios que estamos viviendo y vamos a vivir, ¿cómo va a evolucionar mi disciplina y mi profesión?, ¿cómo será el futuro de la geografía?. Para lo cual me respondí que debía realizar un ejercicio de imaginación y aproximación a la geografía del futuro.

De este modo, a través de los 5 ámbitos de trabajo del geógrafo profesional (Tecnologías de Información Geográfica, planificación urbanística, desarrollo territorial, medio ambiente y sociedad del conocimiento), exploro 10 tecnologías (datos geolocalizados, localización inteligente, Internet de las cosas, Tecnología 5G, Inteligencia Artificial, Blockchain, Realidad Aumentada y Virtual, impresión 3D, robots y chatbots).

Cómo preparar la conferencia

La preparación de la misma la puedo estructurar en tres partes:

1.- El contenido: han sido muchos meses haciendo, rehaciendo y entregando borradores, hasta 11 que, pacientemente, ha ido leyendo Belén y dándome consejos objetivos y profesionales para huir de mi propia subjetividad y mi sesgo, que me hacía dar cosas como conocidas y, en ocasiones, hablar más para mí que para los demás. Al final el contenido lo he estructurado de la forma clásica de contar una historia: introducción, nudo y desenlace, con un bloque central que, a su vez estaba subdividido en los 5 apartados que he comentado con anterioridad.

2.- Las imágenes: por primera vez no he puesto ningún texto en las imágenes, tenía claro que quería que fueran estéticas y acompañaran, de forma elegante y homogénea, un discurso que debía centrarse en el contenido. Para ello consulté diversas webs de bases de datos de fotografía, pero, con el consejo de socio de Marketingeo Agustín Arambul, me decanté por Adobe Stock y, con una cuenta gratuita obtuve las 10 fotografías que necesitaba para mi charla tras unas cuantas horas buscando las más adecuadas.

3.- La presentación: esto ha sido lo más interesante, ya que hemos disfrutado de unos talleres de la empresa Viviendo del Cuento en los que nos han enseñado a trabajar las emociones, la corporalidad y el equilibrio. Es mucho más importante de lo que parece el dedicarle tiempo a saber comunicar uniendo la cabeza (el contenido científico), el corazón (la emoción y la pasión por mi trabajo) y el cuerpo (como vehículo de comunicación). Han sido dos talleres colectivos de 3h cada uno donde, al finalizar no habíamos pronunciado no una sola palabra de nuestra charla, pero todo estaba enfocado a la misma.

Lo esencial siguen siendo las personas

Mis compañeros de aventura ha sido gente muy diversa, de distintas edades, sexos y profesiones, con trabajos e inquietudes dispares, pero unidos y reunidos por Belén alrededor de un proyecto colectivo. Hemos creado un equipo, en tiempo record, pero lo suficientemente sólido para que nos apoyáramos como si, fallando uno, falláramos todos. Algunos no pudieron venir hasta el final, pero aún así han estado ahí como parte del equipo (o, al menos, así lo hemos sentido).

Me voy a permitir el hablar brevemente de cada uno de ellos (eso sí, sin hacer spolier de sus charlas), porque si tengo que resumir lo que me llevo de esta experiencia ha sido el lujo de conocerlos y compartirla con ellos, lo esencial siguen siendo las personas:

Belén Arrogante: coordinadora, maestra de ceremonias, líder…me ha ido atrapando poco a poco en su universo TEDxUPValència y me ha ayudado en todo momento. Gracias a ella viví esta experiencia TEDx, gracias a ella escribo este post, gracias a ella son mejor profesional, algo ha cambiado en mí, aún no sé que es, pero hay algo…y, sea lo que sea, es gracias a ella.

José Luis y Víctor (Viviendo del cuento): los pongo juntos porque son las dos caras (¿o más bien una?) de este proyecto que une la enseñanza, con el teatro y los negocios. Básicamente se dedican a motivar desde las entrañas, sacando lo mejor de uno mismo.  En este sentido comentar lo que les dije a ellos, es la primera vez en mi vida que disfruto y aprendo con algo así, nunca me ha gustado hacer teatro o el payaso (en el buen sentido) en cosas de trabajo, pero esta vez ha sido diferente: he aprendido muchísimo a conocerme a mi mismo y a controlar unas cosas y a dejar salir otras. Pero, ante todo, son muy profesionales y muy humanos, haciendo que su trabajo sea una obra de arte colectiva.

Carla Espinós: investigadora muy joven, luchando por causas perdidas, no raras, sino únicas. La admiro por su valentía y su amor incondicional por gente que lo necesita de verdad. Su objetivo en la vida es modificar el tiempo para multiplicar la vida.

Andrés Torrubia: pude conocerlo poco, pero lo sigo desde hace tiempo en Twitter y es un referente. Me sorprendió su cercanía, me imagino su cerebro como una fábrica continua de generar ideas y emprender proyectos.

Sonia Valiente: ya la conocía, siempre me ha gustado cómo escribe y cómo comunica, pero sobre todo su sonrisa y buen rollo lo inunda todo a su alrededor, el talento está mucho mas cerca de lo que pensamos y no siempre valoramos.

Alejandro Moreno: si jugáramos a básquet seríamos las torres gemelas, un buen tipo, empático como pocos, pero sobre todo un pedazo profesional que nos representa en Naciones Unidas y tiene el valor de criticar el orden establecido para aportar soluciones.

Alicia Ville: otra joven que le brillan los ojos cuando habla de sus proyectos y de sus ganas de transformar el mundo, si esto es el futuro podemos estar muy tranquilos, exportamos soñadoras que diseñan un mundo más sostenible.

Jaime Gómez-Hernández: sorprendente, de apariencia seria y de profesor, de una gran rigurosidad, que de repente tiene otras facetas complementarias y hace magia con las gotas de lluvia al caer.

Coni la Grotería: la profe, la dulzura personificada, pero también la fuerza para luchar contra las injusticias y hacer que, hasta los gestos más pequeños, tengan importancia para hacer de este un mundo mejor.

Gonzalo Pin: entró como doctor, se mostró como relojero y acabó siendo un maestro para todos nosotros. La experiencia “acumulada” es un grado, pero lo que le define es la palabra humanidad. Todo un descubrimiento.

Elena Denia: algunos tienen la cabeza en las nubes, ella directamente en el espacio exterior. Cuando la oímos recitar la primera vez nos trasladamos a un cuento de estrellas y planetas. Yo, de pequeño, quería ser astronauta, envidia absoluta y admiración a partes iguales.

Antonio Rodríguez de las Heras: reconozco que no sabía quien era, comencé a leerlo y ya me atrapó, pero fue oírlo y se convirtió directamente en un referente para mi, maestro entre maestros, humano y utópico, soy muy afortunado al haberlo conocido.

Bonustrack: aunque no han sido ponentes, han sido esenciales para que el evento fuera un éxito:

Equipo TEDxUPVAlència y voluntarios: a los voluntarios no pude conocerlos, pero mil gracias por vuestro esfuerzo y estar ahí, en la trinchera, haciendo que todo funcione sin esperar nada a cambio y entre bastidores. Al equipo sí pude conocerlo, así como a miembros de la gestión de la UPV, todo mujeres, un encanto con las que enseguida empaticé y, a  algunas, pude conocerlas más en la comida que hicimos el Jueves tras el ensayo general. Si tuviera que resumir lo que me transmitían todas, sin poner nombres, es una enorme sonrisa, la gente que sonríe así tiene dos cosas: son felices colaborando y ayudando y hacen felices a los demás, no se me ocurre mejor trabajo que el de repartir felicidad.

Roberto y The Soundtips: me van a disculpar el resto de la banda que la renombre así, pero Roberto ha sido nuestro enlace con esta joven banda valenciana que amenizó el evento con música en directo, soul y funky del bueno. No sólo es el batería, sino que también fue el fotógrafo del acto y, desde el principio, fue muy cercano e intento implicarnos. Un músico que además es fotógrafo 360 de Google ya sólo por eso me caía bien. No pude estar mucho con él, pero mi respeto más absoluto por su profesionalidad y la de la banda que, aunque amateur, supo comportarse como lo que son: unos artistas.

Y llegó el día

Viernes 28 de febrero de 2020, tuve una reunión de trabajo en la cafetería de la Estación Joaquín Sorolla, luego a tomar un café con mi chica (bueno y mi mujer, mi amiga, la madre de mi pequeño, la razón de que sea feliz. No pudo venir, pero estuvo presente en todo momento), después a casa a ver qué ropa me ponía (si, lo sé, con todo el tiempo que he tenido y ahí estaba, delante del espejo probándome cosas) y últimos ensayos delante de ese mismo espejo. Luego comida ligera y al lío.

Cuando llegué me encantó ver todo el movimiento de gente alrededor de la famosa X del TEDx. Voluntarios, público, compañeros, fotos, inscripciones y, sobre todo, una energía especial en el ambiente. El escenario me ha parecido espectacular, muy cálido y acogedor, pero impresionaba. Luego, en una zona reservada comenzaba a llegar mis compañeros. A las cuatro recogí en la puerta a mi hijo mayor, Hugo, se sentó junto a mis amigos Juan y Jordi…y comenzó el espectáculo.

Me senté y, aunque me tocaba a las 19:30 se me pasó todo volando, las ponencias de mis compañeros, que ya conocía, eran espectaculares, cada uno en su registro, pero todas con una impronta única, mezcla de trabajo, experiencia y pasión. Cuando llegó mi momento estaba nervioso, aunque la foto del resto de mi familia viéndome desde casa me tranquilizó y sobre todo me hizo sonreir. Belén me presentó y salí al escenario: me encontré muy cómodo, aunque nervioso intenté que no se notara mucho y tuve que improvisar en alguna ocasión (aunque tengo mis tablas, son muchos años hablando en público…).

Dar una charla así requiere de una gran concentración y, si te despistas un momento puedes perder el hilo. Lo que más me gustó fue que me hablé pausado, para lo rápido que hablo siempre y, lo que menos, que sonreí poco. Al final son muchas cosas: recordar contenido sin repetirlo como un mono, espalda recta, voz sobria, mantener el tono pero con cambios para no aburrir, no moverme demasiado…ni demasiado poco, dar tiempo a que haya silencios, pasar las diapositivas, controlar los tiempos, etc.

Estamos hechos de lugares, TEDxUPVAlència 2020

Luego el relax, a la gente parece que le gustó y yo pude disfrutar de las charlas finales de mis compañeros más tranquilo. Luego subimos todos al escenario y a reir, abrazarnos y bailar. En definitiva, entre las utopías de Antonio, el buen rollo de los compañeros, la gente conocida y la música de fondo, tuve que apartar a un lado un cierto pesimismo punky que siempre me acompaña (no future) y disfrutar como si, de verdad, hubiera esperanza para la humanidad y el futuro fuera un lugar que construir desde nuestro presente, porque estamos hechos de lugares.

Vivir un TEDx es una experiencia única, muy intensa y que exige mucho trabajo, pero cuyo resultado siempre vale la pena. Por mi parte seguiré formándome viendo charlas de gente de todo el mundo que, de forma desinteresada, exponen al mundo sus ideas y experiencias vitales para inspirar a otros. Espero haberlo hecho, al menos esta story de Instagram de @educacionmderna_ así lo dice y resume muy bien lo que se obtiene del TEDx, algo que no se puede tocar ni medir,  gracias.

PD: el remate fue el detallazo personalizado de la dulce Coni (La Grotteria) para cada compañero y la llamada de Belén de esta mañana, sin más intención que darme las gracias y hablar del evento, recuperando el viejo hábito de conversar por el hecho de conversar.