Últimamente mis post tienen un componente bastante personal y emocional, lo siento por aquellos que buscan sólo contenidos en torno a la geolocalización, redes sociales y turismo pero la vida no es algo racional y matemático, no es algo frío y serio, todo lo que sucede a nuestro alrededor imprime nuestro carácter y nuestros proyectos y en el fondo es lo que nos hace humanos.
Hoy 12 de noviembre mi hijo Hugo cumple 9 años y este Jueves Guille cumplirá 6 años (se llevan 3 años y 3 días). Quería en primer lugar felicitarles desde este blog porque son lo más importante que ha pasado y pasará jamás en mi vida. Quienes tienen hijos saben de lo que hablo. Si pudieramos geoposicionar las emociones las de los padres están siempre donde están sus hijos.
Es difícil decir lo que siento con palabras y manteniendo una cierta discreción al respecto, pero si puedo decir que desde hace más de tres años y medio no vivo en su misma casa pero vivo en sus pequeños corazones, porque en esta vida uno comete errores y hace las cosas mejor o peor, pero desde aquel terrible día de Abril en que me fui llorando de casa todos los días los he llevado al colegio y todos los días los he recogido (siempre que el trabajo me lo ha permitido desde luego), todos lo días les he llamado para darles las buenas noches y todos los días he trabajado duro para que jamás les faltara un techo donde vivir y comida para alimentarse.
Los niños son pura energía, cuando estás en horas bajas un abrazo suyo, una sonrisa, un beso, te recargan más que ninguna otra cosa en el mundo y te dan una razón más para seguir luchando. Y ellos también necesitan amor y besos y por eso siempre que los veo intento abrazarlos con el corazón, besarlos con el alma, hacerlos reir, cantar y bailar con ellos, hacerles soñar, dejarles soñar.
Muchas veces me da la impresión de que intento mantenerles ese Principito, ese Momo que todos llevamos dentro lo más posible porque la sociedad y la educación los va matando poco a poco. Sé que es tarea imposible pero como una semilla, si la dejo en sus corazones y la riego día a día sé que hibernará unos años pero que, cuando sean mayores y duden o no encuentren sentido a muchas cosas de esta absurda y a veces cruel vida, recuperarán ese punto de niño que todos llevamos dentro y les ayudará a encontrar la felicidad, estoy convencido porque a mi me ha pasado: hoy mismo una amiga me ha dicho: “hay algo en tus relatos que creo que te retrata (…): tienen una profundidad notable y a la vez un punto de niño, de soñador, de eterno adolescente, tintes de principito”.
Mis hijos son mis puntos cardinales, son los que me unen a la Tierra, son tan distintos: Hugo es como yo de pequeño, más introvertido, tímido, serio, hombrecito, soñador, es más racional; Guille es más extrovertido, sonriente, algo iluso, impaciente, es más emocional. Tan distintos y tan apasionantes, cada uno a su manera, y se hacen mayores, y muchas veces sufro de pensar lo que les queda en la vida: fracasos, decepciones, tristezas pero también éxitos, pasiones, alegrías…solo espero estar ahí siempre que lo necesiten y que estén orgulloso de su padre y sepan entender y perdonar que no hayamos vivido bajo el mismo techo.
Y sobre todo quiero enseñarles que lo más importante en esta vida es saber geoposionar emociones, poner cada emoción en el momento y en el sitio adecuado, saber reconocer el territorio (lo emocional) antes que el mapa (lo racional), en definitiva, que las sombras de la mente no oscurezcan la luz de sus corazones porque solo así encontrarán la felicidad como yo he encontrado la mía y mi lugar en el mundo que está y estará siempre junto a ellos. Os quiero. Feliz cumpleaños!
P.D.: este post habla de padres e hijos, en realidad es un pequeño homenaje a todos esos padres que conozco que adoran a sus hijos y no tienen la custodia compartida, espero que cuando lo lean se sientan identificados y sepan que cada vez que comparten un beso a sus «príncipes y princesas» están regalándonos una sonrisa de complicidad al mostrarnos que los aman y son los mejores padres del mundo.