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osep Grau, el viticultor de la DO MontsantJosep Grau, el viticultor del Montsant

Hace unos meses estuve en la localidad catalana de Falset en la Feria del vino y visitando la Bodega de Josep Grau viticultor. De la experiencia turística ya he hablado en otro post («El Montsant, cuando el territorio se funde con el vino«) e Isabel López lo describió perfectamente en su descripción de la visita que hicimos  pero en esta ocasión quería reflexionar sobre algunos aspectos que han surgido a raíz de esta visita.

El proyecto de Josep Grau es absolutamente personal, puede parecer una obviedad pero no lo es porque muchos proyectos dejan de serlo cuando se convierten en industriales o crecen de forma desmesurada. En este caso el viticultor se enamoró de estas tierra, de su paisaje y de su gente y decidió dejar una vida en la cosmopolita Barcelona para ir a vivir al Montsant y cambiar su rumbo. De nuevo me encuentro con gente que, sin necesidad de escribir libros de autoayuda ni de vender cambios metafísicos, dejan de hacer caso a su lado más racional y se dejan llevar por el emocional, “Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos” que decía El Principito.

Conversando con él fui probando sus vinos y poco a poco descubriendo que, detrás de cada uno, había una historia muy personal que se plasmaba en las etiquetas. Me llamó la atención que cada una era distinta, quizás por mi trabajo en marketing en el que se busca la uniformidad, la marca, la creación de una imagen que quede en la mente del consumidor, bla, bla, bla…

Tiene dos vinos (uno blanco y uno tinto) que habla de las Vespres, una celebración de la zona vinculada con la historia y la tradición, con la etnología, con las raíces y la esencia de un territorio y que conforma la base sobre la que crecen las sociedades. Las etiquetas en estos vinos son más “convencionales” pero elegantes.

Otro vino es un rosado con el nombre de su mujer,  Regina, una etiqueta sorprendente porque es un sencillo círculo en color violeta con su nombre en forma circular y un dibujo de la Lavanda (tuve la suerte de conocerla y efectivamente la imagen es acertada porque conversar con ella es como oler lavanda, un soplo de aire fresco y perfumado que te hace sentir como en casa). El vino sorprendente, no soy mucho de rosados pero este tiene fuerza y personalidad.

El vino más “popular” tiene un nombre diferente “L’efecte volador”, se trata de un vino joven de 2014 que, como su edad indica, entra bien aunque le falta la experiencia que le dan los años. Lo que más llama la atención junto al nombre es la etiqueta, realizada por un diseñador y que se nota que tiene una historia detrás porque es muy especial y original.

Por último “La Florens”, un vino recio, consistente, potente, muy redondo y agradable y que lógicamente tiene el nombre de la madre de Josep y su homenaje. Como las madres tiene una edad que le da personalidad propia y de una calidad excelente. La etiqueta es un sencillo dibujo de un pájaro, no hace falta más, elegante.

Josep Grau, el viticultor del Montsant

No soy un entendido en vinos, como dice Isa el mejor vino es el que más te gusta en cada momento (y en cada lugar añadiría yo), pero desde luego que disfruté de probarlos y de conocer las historias que hay detrás de cada uno.

Y la reflexión de este artículo viene por ahí: en este mundo tecnificado, cosificado e hiperconectado, donde las personas somos algoritmos, nuestras vivencias son big data, los territorios son Smart cities y al amor se le llama engagement, en este mundo infoxicado donde la atención es un bien escaso y se intenta medir todo, la única forma de destacar es mediante lo esencial, lo que nos hace humanos, las emociones.

Algunos atribuyen a Eduardo Galeano la frase “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos pero a mi un pajarito me dijo que estamos hechos de historias”: las personas somos emociones, las emociones crean nuestras historias, las historias conforman nuestra personalidad y si eso lo aplicamos al vino logramos cosas como lo que hace Josep con los suyos: transmitir las emociones desde la viña hasta nuestros paladares. Gracias.

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