La discapacidad como positividad
Bajo este sugerente título se esconde una campaña que desconocía y cuyo video, gracias al blog de El Caparazón de Dolores Reig, me ha dejado profundamente impactado. Me gustaría escribir sobre esto pero no creo que pueda superar el formato ni la creatividad originales aunque me queda la reflexión posterior al visionado: realmente vivimos en una sociedad enferma y llegamos a inventarnos trastornos, a poner etiquetas a todo lo que no entendemos. Esto no es nuevo, es humano y antiguamente era mucho más cruel pero es curioso que, de niños, somos tremendamente creativos e imaginativos y, al llegar a la edad adulta intentamos volver a ese estado de niñez e, incluso en los negocios, empezamos a hablar de la creatividad y la imaginación como los pilares de nuestro desarrollo. Existe una clara bipolaridad en nosotros, entre el niño y el adulto, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo emocional y lo racional. Nacemos y nuestro aprendizaje se basa en ir creando barreras a nuestra forma de ser, el ser social implica que no podemos expresarnos como realmente somos y una vez adultos nos bloqueamos porque no sabemos conectar con ese niño que todos llevamos dentro. «He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.» Esta frase se pronunciaba en El Principito y resumen muy bien la necesidad de mirar con el corazón de un niño lo que los ojos de un adulto no pueden ver. Todo esto no significa que defienda que no se usen medicamentos con niños que realmente lo necesiten, sino que se haga de forma racional, que se piense en esos niños como si fueran nuestros hijos y se les trate con cariño y comprensión. Detrás de cada etiqueta de este video hay algo que les hace diferencia, pero en vez de llamarlo enfermedad se le llama oportunidad para demostrar al mundo que no existe la discapacidad sino que existe la discriminación, y que la comunicación empieza por entender al otro y porque tenga las mismas oportunidades que nosotros para expresarse y vivir en sociedad.
P.D.: esta humilde reflexión se la dedico a Sergio, que ayer cumplió años y cuya forma de ver el mundo me apasiona cada día más y, cada semana, me enseña lo que es la verdadera comunicación, que es la que se hace desde el fondo del corazón.
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