Los mapas hablan: una herramienta de comunicación
Los mapas hablan, de hecho siempre han estado presentes en nuestras vidas como una forma de representar la realidad, fueron la herramientas que permitió a los primeros exploradores descubrir nuevos mundos y hoy en día siguen siendo básicos integrados en la nube de Internet.
Pero los mapas son más que meras representaciones en dos o tres dimensiones de nuestro entorno, los mapas son una herramienta de comunicación: cuando vemos un mapa estamos leyendo una información en forma de símbolos de todo tipo, realmente es un lenguaje universal que cualquiera puede entender, paradójicamente en los mapas se plasman fronteras pero a la hora de leerlo e interpretarlo no existen fronteras ni físicas ni idiomáticas.
Por tanto existe un lenguaje de los mapas, donde podemos encontrar dos partes, el propio mapa, que es el que ofrece información y el lector, que es quien la recibe y la interpreta. Y el lector se vincula con el mapa a través del concepto más divulgado en Internet, la geolocalización, que en principio no es más que la localización de una persona u objeto en un mapa con unas coordenadas de latitud, longitud y altura. Pero este concepto cobra una nueva dimensión con la aparición del término SoLoMo: vivimos en un mundo social, donde la gente comparte información, local, ya que lo hace desde un punto exacto y móvil, pudiendo desplazarse gracias a los smartphones.
La geolocalización cobra un nuevo protagonismo en la nueva era de Internet, ya que se convierte a su vez en una herramienta de comunicación fundamental, uniendo el mundo físico y offline con el mundo digital u online. El hecho de que una persona diga dónde se encuentra con su móvil, lo que se conoce como hacer un check-in, tiene más implicaciones de lo que aparenta: realmente está vinculando el mundo físico con el mundo digital a través de la nube, está haciendo que lo local se convierta en global.
Además la capacidad de localizarse de un individuo hace que se convierta en el centro del mapa y el espacio sea subjetivo, no se trata de tener cientos de recursos a nuestros alrededor como en los mapas de papel sino de tener los recursos que nosotros deseamos en función de nuestra localización, y nuestros gustos e intereses mostrados a través de las redes sociales y recopilados en lo que denominamos el “Big Data”.
Por tanto los mapas se han convertido en nuestro libro infinito donde escribimos con nuestro móvil símbolos universales llenos de información, donde la tinta son datos y lo importante es la conectividad que se establece cuando las personas comparten esa información en ese libro de arena que, como vaticinó Borges en su cuento, no tiene ni principio ni fin, es decir, no tiene fronteras porque nos pertenece a todos.
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